Uno de los elementos más importantes a estudiar cuando se analiza la liquidez de una empresa es el fondo de maniobra (FM). Este indicador de salud financiera se calcula por la diferencia entre los recursos permanentes y el activo no corriente. Igualmente, podríamos calcularlo como la diferencia entre activo y pasivo corrientes. El resultado final es similar, si bien, de la primera manera hemos comparado partidas del balance de naturaleza fija, mientras que de la segunda, comparamos partidas de naturaleza móvil o circulante.

Fondo de Maniobra = Recursos permanentes (Patrimonio neto – Pasivo no corriente) – Activo no corriente

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Fondo de Maniobra = Activo corriente – Pasivo corriente

Para empezar, es necesario aclarar que el cálculo del FM no es más que el cálculo del colchón de seguridad que posee una empresa, entendido éste como la parte de activo corriente que permanecerá inalterada durante todo el ciclo de explotación. Esta porción de activo corriente actúa como amortiguador, ofreciendo capacidad de maniobra frente a las posibles turbulencias financieras a las que puede verse expuesta una sociedad en su actividad diaria. Cuando el colchón pierde espesor se activa una alarma, avisando de que algo sucede con nuestro nivel de liquidez.

Por tanto, ¿conviene que ese colchón sea espeso? ¿qué signo y tamaño sería el deseable para el FM?
Pues depende. Generalmente su tamaño deberá ser elevado y de signo positivo, pero hemos de hacer algunas consideraciones al respecto.

Un FM positivo, es decir, activo corriente mayor que pasivo corriente, no siempre garantizará una estabilidad financiera óptima a corto plazo. La composición del activo corriente (existencias, realizable y disponible) es clave en este tipo de análisis, ya que un FM será más robusto cuanto mayor porcentaje de disponible y realizable acumule en su activo. Por el contrario, si estuviera formado en su mayor parte por existencias (el elemento menos líquido de los mencionados) perdería robustez, y en casos extremos provocaría que la empresa no pudiera responder a sus pagos inmediatos.

Asimismo, el hecho de tener un FM elevado y positivo, puede inducir al mantenimiento de recursos ociosos dentro de la empresa. Por ejemplo, un aumento de activo corriente por medio de la tesorería daría lugar al consiguiente aumento del FM. Sin duda, los aumentos de tesorería son noticias positivas para cualquier empresa, sin embargo, si esos niveles de efectivo se mantienen en el tiempo y no son reinvertidos, corremos el riesgo de soportar elevados costes de oportunidad. En este sentido, es fundamental encontrar un equilibrio entre la rentabilidad que se conseguiría reinvirtiendo esos activos líquidos y el riesgo de reducir el colchón de seguridad.

Por último, existen algunas excepciones en cuanto al signo del FM. Las grandes superficies de distribución son un claro ejemplo de empresas que pueden desarrollar su actividad con un FM negativo. Esto es posible gracias a que sus clientes abonan las compras en el mismo momento que las adquieren. Además, ese supermercado consigue aplazar al máximo los pagos que realiza a proveedores. Con esta situación se consigue un acortamiento del periodo de cobro y un alargamiento del periodo de pago, generando notables beneficios en su balance de situación. De un lado, el activo corriente alcanza un alto porcentaje de disponible líquido en su composición gracias al cobro inmediato a clientes. Del otro, los vencimientos de las deudas que componen el pasivo corriente se acomodan a las exigencias del supermercado, debido al poder de negociación que éste ejerce sobre sus proveedores.

En base a lo expuesto en este post, parece lógico dedicarle el tiempo suficiente a la planificación financiera de una empresa. Hay que tener en cuenta, que los cambios a realizar sobre un fondo de maniobra maduro y modelado por el paso de varios ejercicios, serán un verdadero reto para el responsable financiero de una compañía ya que, los efectos que produzcan estos cambios, sólo serán visibles a largo plazo.

*David Quiñones es Auditor en el Área de Auditoría