Todos los que nos dedicamos a esta profesión sabemos que ésta es sin duda una profesión tremendamente exigente. El permanente sometimiento a los plazos, el trato diario con el cliente, que muchas veces supone llevarse el problema a casa, los continuos cambios legislativos, convierte al asesor fiscal en un profesional de alto riesgo.
A todo esto hay que añadir la responsabilidad que el asesor fiscal asume por imperativo legal en los ámbitos penal, civil y tributario.
Esta sobrecarga de responsabilidad está generando gran preocupación entre los profesionales de nuestro colectivo, que vemos cada vez más necesaria una regulación que delimite claramente nuestras funciones y responsabilidad, regulación de la que hasta la fecha se carece.
* Marta González es Gerente del Área de Asesoría