Se acabaron los tiempos en que el marco normativo en las actividades de contabilidad y auditoría eran estables. Con el plan contable que disfrutamos, o sufrimos según el caso, desde 1990 hasta 2007, han sido 17 años de relativa “tranquilidad normativa” que hacía que los conocimientos adquiridos en ambas materias fueran útiles durante mucho tiempo.

Sin embargo, desde 2007, con la ya no tan reciente aprobación del actual plan general de contabilidad, para adaptarlo a las normas internacionales de información financiera (NIIF), comenzó una vorágine de modificación de normas a las que ya nos estamos acostumbrando, y que en cierta forma hace más entretenida nuestra profesión…

Además de cambios importantes, como pueden ser el propio plan general de contabilidad, la normativa sobre consolidación, o la Ley de Auditoría de Cuentas, se han ido introduciendo numerosas modificaciones o resoluciones con contenido muy importante. Recordemos, por ejemplo, toda la modificación de varias normas de registro y valoración del plan de contabilidad introducidas en la normativa de consolidación; o las resoluciones del ICAC de finales de 2010 sobre informes de auditoría, que modifica sustancialmente la estructura del mismo y el tratamiento de diversas conclusiones del trabajo del auditor. Sin destacar por falta de espacio, todas las pequeñas modificaciones de resoluciones, guías de actuación de las corporaciones, nueva  información o desgloses a introducir en la memoria, etc.

En fin, toda esta abrumadora nueva información debe ser adquirida por los auditores, y por todos los profesionales que trabajan en las firmas de auditoría, lo que nos lleva a plantearnos la importancia de la formación en nuestra profesión.

Cobra especial relevancia el plan de formación anual que hacemos en las firmas, con el objetivo primordial de planificar el conocimiento que deben de adquirir nuestros profesionales, en función de su categoría y de las necesidades de la Compañía.

En AUDALIA explicamos nuestras políticas de formación en nuestro informe de transparencia

Siendo prácticos, todos los profesionales deben hacer un número determinado de horas de formación en materias de contabilidad y auditoría, que nos permita acometer con garantías los encargos profesionales, ya sean encargos de auditorías financieras, actuaciones como peritos o expertos independientes, auditorías del sector público,  revisión de cuentas justificativas de subvenciones…

Además, esta formación obtenida normalmente de fuentes externas debe fluir por la organización, para asegurarnos de que todos nuestros profesionales adquieren estos conocimientos necesarios y los aplican adecuadamente. Por ello cobran especial importancia los cursos internos que se realizan periódicamente.

Si bien “el saber no ocupa lugar”, pero sí ocupa tiempo, no estaría de más alguna temporada más serena en cuanto a generación de normativa en nuestro sector, que nos permita asentar todas las novedades con adecuado rigor. Aunque mucho me temo que esto no ha hecho más que empezar, y que el planteamiento continuará con la evolución paulatina de la normativa existente, introduciendo variaciones cada poco tiempo.

Bueno es saberlo. Al menos que nos coja preparados!!

*Isabel Landecho, es Directora del Área de Auditoria