anglicismo

«Esta mañana, de camino a mi despacho en el edificio de co-working, he ido respondiendo a varios mails porque el timing de la jornada va a ser complicado: primero tengo briefing con mi departamento, luego tengo una call con un cliente; si me da tiempo, haré un coffee break antes de la conference con los partners de Estados Unidos. El CEO quiere que los jefes de departamento hagamos un nuevo brainstorming del proyecto de publicidad que se quedó en standby y que, ahora, tiene un deadline demasiado apretado. Espero que acabemos pronto porque hoy, además, debería subir un post nuevo, controlar el feedback de nuestras campañas en las redes y responder a las consultas de nuestros followers, todo ello junto al nuevo becario, a quien debo darle buenos tips para que se convierta en un crack del marketing y la publicidad, y en un futuro, quién sabe… ¡quizá abra su propia startup!.»

Los anglicismos en el entorno laboral

Apenas es un párrafo en el que más de uno podría sentirse claramente identificado en su día a día laboral, y en el que destaca una ingente cantidad de anglicismos que, bien es cierto que suenan muy cool (mejor dicho, suenan genial, actuales o a la moda) pero que están dejando a un lado nuestra lengua castellana, bastante rica, por cierto.

Enarbolando la bandera de la actualidad y el entendimiento sin fronteras, se nos está olvidando que nuestra lengua ya contaba con palabras para cubrir el contenido de muchos de los términos incluidos anteriormente. Es el caso del correo electrónico, aunque hay que reconocer que la economía de la palabra mail dificulta el uso del lema castellano en vez del anglosajón. Otro ejemplo de prevalencia del anglicismo, debido en este caso a su concreción semántica, se corresponde con brainstorming, puesto que la traducción que se dio («lluvia de ideas») no parece tan concisa como la inglesa (propuesta de ideas tampoco se salva). El último término en lengua inglesa que considero que puede prevalecer frente a su equivalente en castellano es standby por el mismo motivo que el primero de los casos: la economía lingüística; a pesar de que podríamos decir que cualquier proyecto se ha parado, o pausado, o que la propuesta se ha quedado en la lista de espera.

Otro anglicismo que está extendido hasta los ámbitos más coloquiales y que, sin embargo, tiene su equivalente en castellano, es feedback. ¿Acaso no esperamos que se nos den impresiones, una opinión o información sobre una propuesta o proyecto?

El uso de anglicismos como conference, call, timing, partner, deadline, tip, briefing, o coffee break, vocablos que suelen oírse en el ámbito laboral con demasiada frecuencia, me parecen, desde mi humilde punto de vista de traductora, una ridiculez lingüística a la que una acaba acostumbrándose, no sin preguntarse el sentido de la existencia de palabras o expresiones tan maravillosas y útiles como conferencia, llamada, planificación, socio, plazo, consejo, reunión informativa o tomarse un café, respectivamente.

¿Por qué tantos anglicismos?

Si nuestra empresa se mueve en el ámbito de las multinacionales o presta servicios en otros países será frecuente que la estructura jerárquica permanezca en inglés y, dándole una vuelta de tuerca más, con las siglas en la lengua de los anglos: CEO, CFO, COO,… Es decir, el Consejero Delegado (el jefe de toda la vida), el Director Financiero o el Director de Operaciones, respectivamente.

La tipología de la empresa tampoco se escapa de los anglicismos: Ya no existen las empresas emergentes, sino las startups. Asimismo, el lugar en el que desarrollamos nuestra actividad empresarial también se ha visto contaminado por la lengua de Shakespeare y, al igual que antes íbamos a la oficina o prestábamos los servicios desde casa, ahora es normal ir a «nuestro espacio de co-working», ese lugar en el que varias empresas unipersonales (o pequeñas) comparten local y que ha dejado de lado a los despachos compartidos de toda la vida.

Conclusión

Para terminar, concluiré con la contaminación de anglicismos originarios de las redes sociales, las cuales destacan, tanto por la inmediatez de sus noticias como por la velocidad de expansión de su terminología. Por ejemplo, quien cuenta con equis followers tiene más caché que alguien que se conforma con la misma cantidad de seguidores. O siempre existe quien destaca por sus habilidades en una u otra materia, un as en la materia, o un crack, palabra tan integrada en nuestra lengua de Cervantes que ya cuenta, incluso, con grafía españolizada (crac).

El mundo y la tecnología evolucionan a velocidades vertiginosas y, evidentemente, la lengua también debe adaptarse y crecer sin perder por ello sus orígenes, su riqueza lingüística, creo. Espero que este post (perdón, artículo) haya sido de vuestro agrado y, sobre todo, me deis un like (os guste, ¡por favor!).

María Eugenia AmaroLinkedin_circulo